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A pesar de haber estado envueltas siempre por una aureola de misterio y leyenda, Las Canarias ya eran conocidas en la antigüedad como "Las Afortunadas". Las descripciones solían ser exageradas y poco precisas. Algunos incluso tendían a asociarlas a los restos de la Atlántida.




El nombre
No se sabe a ciencia cierta cuál es el origen del nombre de "El Hierro", pero podría deberse a una derivación del antiguo lenguaje canario en el que "hero" significa "leche". Lo que parece seguro es que su denominación no tiene nada que ver con el metal del mismo nombre, puesto que este brilla por su ausencia en nuestra isla.




El meridiano
En el siglo segundo de nuestra era, Ptolomeo consideró como "Meridiano Cero" al que pasa por el extremo occidental de la isla o sea, por el "Fin del Mundo Antiguo". Así permanecieron las cosas hasta que en 1883 fue desplazado por el que pasa por Greenwich.




Los bimbaches
Los primitivos pobladores de El Hierro eran los Bimbaches (es frecuente confundirlos con los Guanches, que son, literalmente, los "Hijos de Tenerife".)
Se trataba de un pueblo pacífico y que poseía una compleja estructura social a pesar de vivir en una cultura propia del Neolítico.
Habitaban en cuevas o en sencillas construcciones de piedra seca, dedicándose principalmente a la agricultura y el pastoreo, así como a la pesca litoral.

Cómo vivían los Bimbaches: sus usos y costumbres
“De nuestros aborígenes, sabemos en general, muy poco en la actualidad. La isla de El Hierro, por otra parte, nunca tuvo historiadores que hayan recogido de labios de sus propios naturales o aborígenes, algunos datos sobre usos y costumbres... Las ocupaciones habituales de los naturales herreños eran el pastoreo, cuyos numerosos ganados estaban acostumbrados a pasarse sin abrevar, o más bien supliéndolo con la frescura de las raíces de algunas plantas forrajeras y con el agua semi-salobre de algunos pozos, como el hoy medicinal de Sabinosa. También ejercitaban la pesca, especialmente la captura de mariscos. Los quehaceres corrientes de sus mujeres, eran la elaboración de sus comidas, fabricación de quesos, confección de sus indumentarias y otros propios de la rudeza de una vida enteramente primitiva...
En sus apacibles y eglógicas diversiones, bailaban una especie de contradanza, de la que, probablemente, será una reminiscencia el actual tango herreño. Acompañaban este baile con música de tamboriles y pitos, cantando a la par sentimentales endechas en las cuales sacaban a relucir sus infortunios y amoríos. También acostumbraban reunirse para celebrar públicamente sus grandes acontecimientos en banquetes o guatatiboas, en los cuales consumían varias ovejas gordas o jubaques, asadas y sazonadas con sal. Probablemente, a lo anterior añadirían grandes porciones de marisco, al cual eran bastante aficionados...”
(Dacio Darias Padrón. “Noticias Generales Históricas sobre la Isla de El Hierro”. San Cristóbal de La Laguna: Imprenta Curbelo, 1929; págs. 21 y 25)




Los letreros
Los Bimbaches nos han legado numerosos petroglifos, que pueden admirarse en diversos puntos de la isla y aún no han podido ser descifrados.
Los más extensos y significativos son Los Letreros de El Julan, lugar en que también existen los restos de un lugar de reunión (Tagoror).
Se han descubierto enterramientos en cuevas, hallándose cadáveres momificados y ofrendas tales como utensilios domésticos, herramientas primitivas y recipientes con alimentos.
El origen de los Bimbaches, al igual que el de toda la primitiva población del Archipiélago, sigue estando rodeado de incógnitas.
Las hipótesis de los etnólogos abarcan desde los Cromagnon del área mediterránea y las culturas megalíticas del norte de Francia, hasta los bereberes del Sáhara, pasando por Portugal, los Vikingos y los Fenicios.




La conquista
El Hierro fue tomado por el normando Jean de Bethencourt a principios del siglo XV, en el marco de la conquista del Archipiélago canario por parte de los castellanos.
Los aborígenes ofrecieron escasa resistencia y pronto fue colonizada la isla con campesinos procedentes de la España peninsular que no tardaron en mezclarse con la población original. La esclavitud de los inicios se transformó posteriormente en una organización feudal que prevaleció hasta el siglo XIX.

 

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